Rosabel Lacoma es facilitadora de biodanza con el sistema de Rolando Toro. Biodanza es un sistema de desarrollo humano cuyas herramientas básicas son el encuentro en grupo y la música orgánica.

Rosabel comparte con Gonzalo Catalinas su pasión por la danza pero desde otra disciplina.

¿La biodanza es terapia o espectáculo?

No es un espectáculo. A Rolando Toro, que es el creador de la biodanza, no le gustaba llamarlo terapia, aunque en ocasiones se le denomina así ya que es más sencillo en un lenguaje coloquial. En realidad la biodanza es terapéutica.

¿Qué aporta la biodanza desde el punto de vista terapéutico?

Rolando Toro hablaba de 5 potenciales genéticos con los que nacemos, la biodanza aporta a todos ellos.

El primero es la vitalidad o la salud, que es lo más importante por ser imprescindible. Por ejemplo ayuda a nuestra capacidad para saber cuándo necesitamos descansar, que es esta sociedad tanto falta ahora.

La creatividad, la expresividad que se muestra con la danza. Nunca se aprenden unos pasos, es algo que sale de dentro hacia fuera. El facilitador demuestra hacia donde se quiere ir y luego se trata de expresarlo.

La afectividad que es tan importante y que en otras disciplinas no se trabaja. Hemos perdido el contacto al relacionarnos y esto lo facilita la danza. Antiguamente el objetivo de la danza era encontrarse y un poco recobra esto. Ahora también se baila, pero la gente no se mira a los ojos. Es como si bailaras un vals, que lo que persigue es el elemento aire, la ligereza, entonces cada uno lo siente y crea su propio vals. Cada persona se acerca de diferente manera, hay personas que para ellos es una fiesta, a otros les cuesta más. En nuestro caso, como trabajamos con grupos regulares y semanales, se crea una confianza y cada vez te atreves a más.

Así como la sexualidad y la trascendencia.

¿Cuál es el público de la biodanza?

Todo el mundo lo necesitaría. Lo que más cuesta es que vengan por su propio pie porque se dan cuenta que lo necesita, casi siempre lo que sucede es que vas con algún amigo o alguien que te lo ha recomendado.

Desde el punto de vista terapéutico ¿qué público se puede beneficiar más?

Por ejemplo para las personas muy tímidas y que les cuesta mucho relacionarse les viene fenomenal. Pero personas muy sociables que disfrutan mucho también les cuesta cuando se trata de la parte interior.

¿Cúal es el trabajo del facilitador?

Preparar una clase de biodanza sería como pintar un cuadro. Antes de ir necesitas meditar que necesita ese grupo en ese momento. Por ejemplo ves que necesitan más tierra, que están un poco en el aire, pues trabajamos más elementos tierra, la percusión los tambores y esto hace que se asienten. Esto luego lo trasladan a la vida diaria en sus propios proyectos. Además preparas la música y muestras como llegar a un punto, que para ellos si no sería muy complicado.

¿Requiere algún tipo de formación ser facilitador?

La formación son tres años más uno de prácticas y supervisión. Hay que practicar mucho. Yo estudié en Valencia porque entonces no había formación en Zaragoza, ahora ya si.

¿Cómo comenzaste en biodanza?

Desde pequeña bailaba en casa, pero nunca estudie danzas regladas. Cuando conocí biodanza con 25 años me di cuenta que esto me gustaba porque se podía danzar por el placer de danzar. Normalmente en otras danzas son muchas horas de práctica y sufrimiento para muy pocas de disfrute. Así que yo hice todo tipo de danzas, pero todas desde la parte del disfrute.
Varios amigos de distintos ámbitos me decían que lo tenía que probar, así que salió un taller de fin de semana que lo daba un chico que estaba a cargo de la escuela de Valencia. Así que me fui allí a prepararme. Y luego ya he estado 7 años de coordinadora de la escuela de Zaragoza.

¿Se puede vivir de esto?

Cuesta mucho, pero nos gusta tanto a mi pareja y a mí que hemos amueblado nuestra economía para vivir de esto. El año pasado dejé la escuela porque era un trabajo administrativo y de coordinación que me estaba quitando tiempo para la biodanza.
Ahora hacemos grupos regulares que es la base de cualquier trabajo personal. Y para los que no llegan a tiempo o no pueden una clase semanal, o prefieren algo puntual tenemos un gupo de fin de semana y preparamos unos ciclos de talleres monográficos que son una vez al mes. También todos los años preparamos un encuentro en Sarvisé, Biodanza Pirineos, este año será la quinta edición y aunque es para los grupos de Aragón y Cataluña, viene gente de todas partes.

¿Cuándo se empieza a notar una evolución?

En una media de dos ó tres años notas un cambio trascendental, porque para notar cambios realmente es desde el primer día. De un día ya me han dicho personas con depresión que han pasado de estar tirados en un sofá a tener energía.
Los primeros cambios son en el humor, estar más contento, más alegre con ganas de compartir con la gente, relacionarte, energía vital. El sueño, que también es muy importante, en seguida la gente duerme mejor.

¿Cómo se desarrolla una sesión de biodanza?

Ese es nuestro trabajo, crear un ambiente para que las personas se abran poco a poco e ir superando pequeños retos. No es desde el primer día.
Aquí saben que nadie les va a juzgar. La primera media hora es la puesta en común y se puede hablar y la otra hora y media es el tiempo de la danza y no se puede. Pero no hay que estar en silencio, se puede reir, cantar… Es un lugar para expresarte sin que te juzguen.

¿Teneis algún proyecto más?

Hacemos cosas en instituciones cuando podemos. El año pasado estuve todo el curso en un colegio de educación especial con niños con trastornos multidisciplinares, síndrome de dawn y autismo haciendo biodanza clínica y conseguimos muchos cambios. También estoy en el colegio de mi hijo, el colegio de las Fuentes haciendo biodanza para niños, un espacio para liberarse. Y con mujeres con cáncer genital y de mama a través de la Asociación Amac-Gema, aquí también consiguieron muchos cambios, después incluso organizaron un desfile de ropa de baño.

¿Qué tiene de innovador frente a otras terapias?

Lo que más diferencia la biodanza respecto a otras disciplinas sería la parte de la afectividad. Hay muchos traumas que comienzan en la infancia por falta de contacto, cuando de mayores volvemos a tener este tipo de experiencias con gente de confianza, se empiezan a ir disolviendo. Ahora la gente ni se mira a los ojos y la primera caricia es desde la mirada.

 

Rosabel Lacoma http://biodanzaconrosabel.wordpress.com/