David Sáez es profesor en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y en sus ratos libres escribe novelas.
Lori Needleman en su entrevista nos recomendó hablar con David por su arte especial a la hora de contar historias.
¿Cuándo comienza tu interés por la escritura?
La verdad es que lo he tenido siempre. A los ochos añitos ya hice una «novela», un cuaderno con historias, pero es verdad que es en la adolescencia cuando empiezo a escribir para transmitir mis sentimientos. He intentado escribir siempre, lo que pasa es que exige una madurez que, a lo mejor, te llega a cierta edad, por lo menos eso es lo que a mí me ha pasado. He estado muchos años peleando conmigo mismo porque no he sabido cómo escribir una novela.
¿Cómo es una “novela” de un niño de ocho años?
Pues es un cuaderno emborronado a lápiz, con dibujos de vaqueros. Es una historia de tiros, de vaqueros y de indios muy larga, pero la guardo con mucho cariño y mucha nostalgia.
¿Cuándo escribes la primera novela?
No he podido escribir a los 20 años, lo he intentado, pero ha sido ahora, muy cerca de los 40, cuando he conseguido escribirla. La primera novela, “El primer otoño”, salió en 2010 después de cinco años después de darle vueltas a un texto.
¿Y por qué decides hacer otra?
Tras la primera novela gané seguridad. Cuando veo que esta primera novela, muy particular porque habla de las fiestas de los pueblos y de la adolescencia, gusta mucho en la zona donde vivo, gano confianza. Veo que he escrito algo que a la gente le gusta, que se ha agotado la primera edición, que vamos por la segunda edición… Me lo encuentro en la calle y bueno ahí me planteo que quiero hacer algo mejor y pienso que es lo que he conseguido con esta segunda novela, “No es tan fácil morir”.
¿Qué es lo más gratificante de haber escrito estas dos novelas?
Sentir que los lectores me digan que se sienten identificados con la novela, eso es lo mejor. Con el primer libro me gustó mucho el que la gente me dijera que esas eran sus fiestas y sus recuerdos. Y me encantó, que no era la intención, que es una novela que ha llegado a los chicos jóvenes. La segunda novela es más triste pero me encantó que las lectoras, es un libro dirigido más a mujeres, me dijeran que la protagonista sentía como una mujer, con eso ya me vale porque para mí era muy complicado meterme en la piel de una mujer. Eso me ha dejado muy hueco, muy contento.
¿Cómo has aprendido a escribir?
He aprendido a fuerza de probar y de repetir. He sido bastante autodidacta. Me he intentado formar a través de muchas lecturas. Tienes tus referencias, tus autores, que sin quererlo, cuando intentas escribir te influyen. He leído de todo, pero mi autor de referencia es Miguel Delibes.
¿Cómo te organizas a la hora de escribir?
Pues me organizo mal. Esto es muy frustrante porque tengo que atender a muchas cosas y me falta tiempo para escribir. Yo cuando sueño que me toca la lotería no sueño con dinero, sueño con tiempo. Me voy arreglando como puedo. Hay veces que me pongo plazos porque si no nunca acabaría. Cuando tienes una continuidad es maravilloso pero no siempre es posible. También es cierto que hay veces que es bueno distanciarse del texto y volverte a encontrar. Pasas por muchas épocas en las que renuncias, lo que pasa es que no te deja en paz. Si no escribes, te falta algo. Como vas subiendo escalones, es adictivo. Lo necesitas.
¿Tienes un lugar preferido para escribir?
Al final tienes que tener muchos. A mí me gusta mucho la idea de tener un rincón donde nadie te moleste. En casa no lo he conseguido tener. Entonces al final a fuerza de intentarlo y de no conseguirlo, al final lo que he conseguido es escribir en cualquier lado. Donde tenga un ordenador y un par de horas, me adapto. Te tienes que acostumbrar a ser todoterreno.
¿Y en qué te inspiras para escribir?
A mí lo que me causa inspiración son las personas. Yo creo que en cualquier vida hay algo que contar. Lo más difícil es encontrar una perspectiva que convierta eso en una historia, transmitir una idea. Es muy parecido a la docencia, que es mi otro trabajo, porque tienes una idea y tienes que saber trasmitirla.
¿Esa es la magia de la literatura?
Sí. La literatura tiene magia porque cuando te aparece una idea en la cabeza, más bien una sensación, haces un ejercicio de traducción, de interpretación de esa idea que tú tienes. Es extraordinario porque por mucho que avancemos en comunicación siempre se usan las letras del abecedario, bien ordenaditas, y ahí cabe cualquier cosa. Con un código muy particular, elaboras una explicación que se parece a lo que has pensado. Es muy posible que cuando esto llegue al lector, este sienta algo parecido a lo que a ti te ha inspirado¡Esto es mágico! Y no sólo eso, que además el lector se sienta identificado con la historia y se emocione…. esto además de magia es un espectáculo. Yo esto lo descubrí con “El camino” de Miguel Delibes, me parecía increíble que un señor en los años 50 supiera lo que a mí me pasaba en los años 70. La literatura tiene esa capacidad de retratar la capacidad humana y, sobre todo, de contagiarse.
David Sáez – http://davidsaezruiz.blogspot.com.es/