José Luis Ona es arqueólogo, pero según dice él mismo, no es un «arqueólogo normal».

Javier Barreiro nos recomendó entrevistar a José Luis por su arte a la hora de encontrar rincones especiales.

¿A qué te dedicas?

No soy arqueólogo porque con la crisis no hay arqueología. La arqueología, por desgracia, ha dejado de existir. Ya no es lo que era. Y además, yo cuando en los buenos tiempos había proyectos, tampoco era un arqueólogo normal y corriente porque no me dedicaba concretamente a excavar sino a restaurar ruinas.

¿De dónde surge este interés por la arqueología?

Yo creo que estas cosas nacen ya desde pequeño. Yo me acuerdo que alguien me dijo hace poco que ya de pequeño me gustaban las piedras. Y desde joven ya me interesaba lo que es el patrimonio en general y además en una deriva un poco extraña de lo que es la arqueología pura y dura. Y ahora lo que más me gusta es el patrimonio que tiene riesgo de desaparecer, el patrimonio que corre peligro de convertirse en yacimiento arqueológico. Mis esfuerzos son evitar que se hundan las parideras; evitar que desaparezcan las casetas de campo; y me dedico últimamente a inventariarlas fotográficamente.

¿En qué zonas prefieres realizar tu trabajo?

Por cuestiones prácticas procuro conocer mejor lo que me rodea, pero no tengo ningún límite. Para mí las fronteras están para borrarlas. Está muy bien conocer el patrimonio desde casa, cosa que antes era muy limitado, pero soy de esos que necesita tocar, oler, sentir…

¿Qué es lo que más te gusta?

Tengo la suerte de que soy fácil de sorprender pero tengo que decir que tengo rincones preferidos que, a veces, quedan relegados por otros nuevos que conozco. Un rincón que me encanta es el Castillo de Peracense, que durante mucho tiempo lo conocí, dejé de frecuentarlo y últimamente he vuelto a él.

¿Y lo que más te ha sorprendido encontrar en una excavación?

Las excavaciones son siempre por definición una caja de sorpresas pero lo que más me conmovió fue encontrar dos colgantes de azabache que se encontraron en la última campaña en Santa Cristina de Somport. No me lo esperaba y son dos piezas pequeñas pero son las dos únicas que han aparecido en Aragón y la verdad es que me conmovió. Además en el lugar que aparecieron, porque aparecieron acompañando al difunto. El pobre peregrino que iba ya a su casa en algún país de Europa que venía desde Santiago de Compostela, donde había comprado ese azabache, y casualmente murió ahí y además dos casos. Ese tipo de hallazgos son conmovedores por el contexto en el que aparecen. Además las piezas eran preciosas y como el azabache tiene la particularidad de que no se estropea pues una vez que se limpia, está prácticamente igual como el día que se fabricó en Compostela.

¿Por qué ha desaparecido la arqueología?

En este mundo del patrimonio siempre se sabe que cuando llega una crisis económica se sueltan lastres y lo que primero se suelta es aquello que se consideran menos importante. Hay países en los que está claro que el patrimonio es un motor económico. Aquí en España siempre lo hemos suplido, y esta vez más. Está claro que hasta que no vuelvan las vacas gordas, los partidos seguirán considerando la recuperación del patrimonio un lujo.

¿Lo consideras entonces un motor de la economía?

En España hay localidades como Albarracín o Sos del Rey Católico en las que en los años 60 hubo una decisión administrativa que consistía en declarar los conjuntos históricos y tener cuidado en su conservación. Hoy viven del turismo cultural. Quiero decir que yo pienso que si hubiera habido más poblaciones en las que se hubiera extendido ese cuidado, pues igual no me equivoco al pensar que habría más Aínsas, más Albarracines… Más pueblos que ante la debacle de la economía tradicional tendrían como asidero el turismo cultural. En países como Italia hay ciudades y pueblos enteros que viven prácticamente de esto y de actividades asociadas. Y en España hay conjuntos que se han perdido. En España ha faltado algo que no se adquiere en la escuela, que es el buen gusto.

Y ahora a que dices que ha desaparecido la arqueología, ¿a qué te dedicas?

Ahora me dedico a la fotografía como testimonio, me considero un documentalista. Veo que la velocidad con la que están desapareciendo los edificios que me gustan es increíble, sobre todo, en los pueblos. Hay muchísimas deshabitadas y en ruinas y con pinta de que o las van tirar o van a realizar una restauración nada adecuada. Entonces de una manera natural me ha salido el fotografiarlas para guardar documento de lo que ha sido una manera de construir que está desapareciendo. Lo poco que veo hecho lo documento con gusto y lo procuro difundir. Estoy en esa fase de difusión fotográfica de nuestro patrimonio.

José Luis Ona  https://www.facebook.com/joseluis.onagonzalez?fref=ts/