Sergio, más conocido como Puritani, es cocinero y en sus ratos libres se dedica a la poesía y a la música.

José Moñú en su entrevista nos recomendó hablar con Puritani por su arte a la hora de musicalizar la poesía.

¿Cocinero, poeta y músico?

Me gano la vida cocinando en mi restaurante, El Festín de Babel,  y el resto del tiempo hago poesía y música. ¡Yo no sé qué puede más.! La verdad es que trabajo muchas horas porque estoy en un momento de transición. Ahora el proyecto que aún no ha salido a la luz sería la música. He escrito poesía y ahora todo el material escrito durante unos cinco años parece que tiene la proporción y la estructura de la canción. Como me gusta mucho la música, me propuse musicar mis poemas y ahora esto ya ha crecido y ha llegado a una banda, Puritani y 40 de fiebre. Grabamos el disco a finales de mayo, principios de junio.

¿En qué consiste este nuevo proyecto?

Es una idea poética, incluye actualidad pero también es remarcadamente poética. Se basa en el ser humano, no tanto en la realidad que está viviendo sino en los mecanismos de acción que tiene el ser humano. Las letras son todas mías, muchas de las músicas también. Lo que tiene de especial es que se lleva la poesía a una banda. Algo como la poesía, que sería más de música de cantautor, se lleva a un grupo. En el disco se podrán oír baladas, música country … de todo un poco. Las canciones creo que dan luz, pero no siempre eso implica alegría, la luz enfoca a lo que hay, a la realidad.

¿Cómo comienza todo?

Empecé con la poesía, ese es el origen de la «tragedia». Tenía un grupo de poesía que tocábamos con Violadores del Verso hace muchos años, hacíamos recitales por bares. En 2004 la editorial de poesías Chorrito de Plata me propone sacar un grupo de poemas bajo el título «Jamás un trago fue tan ignorado». A partir de ahí tenemos varias actuaciones poéticas colectivas, muy diferentes. Y de ese poso hemos llegado a propuesta de banda seria y formal para recitar poemas.

¿Cuándo comienza tu interés por la poesía?

La pasión por la poesía empieza de pequeño. Gané un festival de poesía en el colegio, esto es una anécdota, pero es verdad que fue el paso para iniciarme en la poesía. Más tarde me reconcilio mucho con la poesía leyendo el nuevo realismo de Roger Wolfe, un hombre en la poesía muy importante para mí con el que tengo un proyecto de un libro conjunto. Me intereso por los libros de una manera muy tardía y cada vez me interesa más cualquier cosa que tenga que ver con las artes.

¿Qué tiene de especial la poesía?

La poesía creo es uno de los géneros más importantes de la literatura. Creo que ahí confluyen estilo, discurso… yo creo que la poesía tiene el don de ver aquello que en la realidad no se ve. El don de ver más allá, de enfocar la realidad. A mí lo que me gusta es contar historias. Lo hago de manera poética porque creo que la poesía es efectiva y proporciona una manera de contar las cosas contrastada, bella, diferente.  También me gusta mucho el género epistolar porque creo que las cartas es donde confluye poesía, pensamiento, vida cotidiana… Yo creo que las mejores piezas las tenemos siempre en las cartas.

¿Y qué aporta la música a la poesía?

La música te permite acercar la poesía de manera popular. Aquella poesía que es mejor es la que no excluye a la gente, pero no por que lleve un discurso facilón sino porque realmente la poesía hable del ser humano. Esa es la poesía que a mí más me interesa. Hay muchos tipos de poesía que también son muy interesante y que dejan bellas imágenes,te hacen pensar y te estimulan. Cada una tiene un público y un momento.

Otra de tus pasiones es la cocina, ¿cómo empiezas en el mundo de la gastronomía?

Tenía 14 años y tenía que hacer algo. Estudié hostelería, me gustó y me quedé ahí. Hay que estar muchas horas pero me gusta lo que hago y por tanto le pongo mucho cariño.

¿Y por qué decides montar un restaurante?

Porque quería tener un pequeño lugar para llevar acabo mis ideas. Por ello monté el restaurante El Festín de Babel. Es un restaurante familiar de cocinas del mundo donde aunamos producto local e ingredientes del mundo para hacer una cocina de fusión que muchas veces trasciende el origen de la receta. Se adapta la receta a los gustos de aquí. Todo ello se acompaña con vinos del mundo. El nombre viene por la película «El festín de Babette» jugando con la idea también con el tema de la torre de Babel.

¿Un apuesta arriesgada?

Puede ser, pero lo que más cuesta es mantener la llama encendida para seguir dando de comer bien, con cariño. Creo que la clave para ello es poner la personalidad en lo que haces, saber adaptarte y lanzar propuestas que hagan que la gente piense que merece la pena ir a los restaurantes a comer. Somos como el restaurante de la experiencia o de la ocasión especial.

Puritanihttps://twitter.com/Elpuritani